Mujer preciosa para el bien nacida,
mujer preciosa por mi mal hallada,
perla de solio del Señor caída
y en albañal inmundo sepultada,
cándida rosa en el edén crecida
y por manos infames sepultada,
cisne de cuello alabastrino y blanco
en indecente bacanal cantando.
Objeto vil de mi pasión sublime,
Ramera infame a quien el alma adora.
¿Por qué ese Dios ha colocado, dime,
el candor en tu faz engañadora?
¿Por qué el reflejo de su gloria imprime
en tu dulce mirar? ¿Por qué atesora
hechizos mil tu redondo seno,
si hay en tu corazón lodo y veneno?
Copa de bendición de llanto llenado,
el crimen su ponzoña ha derramado;
ángel que el cielo abandonó sin pena,
y en brazos del demonio se ha entregado;
mujer más pura que la luz serena,
más negra que la sombra del pecado,
oye y perdona si al cantarte lloro;
porque ángel o demonio, yo te adoro.
Por la senda del mundo yo vagaba
indiferente en medio de los seres;
de la virtud y el vicio me burlaba,
me reí del amor, de las mujeres,
que amar a una mujer nunca pensaba;
y hastiado de pesares y placeres
siempre vivió con el amor en guerra
mi ya gastado corazón de tierra.
¿Eres demonio que arrojó el infieno
para abrirme una herida ml cerrada?
¿Eres un ángel que mandó el Eterno
a velar por mi existencia infortunada?
Este amor tan ardiente, tan interno,
¿me enaltece mujer, o me degreada?
No lo sé...no lo sé...yo pierdo el juicio
¿Eres el vicio tu?....¡adoro el vicio!
¡Ámame tu también! Seré tu esclavo,
tu pobre perro que doquier te siga;
seré feliz si con mi sangre lavo
tu huella, aunque al seguirte me persiga
ridículo y deshonra; al cabo...al cabo...
¡nada me importa lo que el mundo diga!
Nada me importa tu manchada historia
si a través de tus ojos veo la gloria.
Yo mendigo, mujer, y tu ramera,
descalzos por el mundo marcharemos;
que el mundo nos desprecie cuanto quiera;
en nuestro amor un mundo encontraremos;
y si, horrible miseria nos espera,
ni de un rey por el trono la daremos
que cubiertos de andrajos asquerosos
dos corazones latirán dichosos.
Un calvario madito hallé en la vida,
en el que mis creencias expiraron,
y al abrirme los hombres una herida,
de odio profundo el alma me llenaron;
por eso el alma de rencor henchida
odia lo que ellos aman, lo que amaron,
a ti solo, mujer,a tí yo entrego,
todo ese amor que a los hombres niego.
Porque nací, mujer para adorarte y
y la vida sin tí me es fastidiosa,
que mi único placer es contemplarte,
aunque tú halles mi pasión odiosa,
yo, nunca, nunca dejaré de amarte,
ojalá que tuviera alguna cosa
más que la vida y el honor, más cara
y por tí sin violencia la inmolara
Solo tengo una madre. ¡Me ama tanto!
sus pechos mi niñez alimentaron,
y mi sed apagó su tierno llanto,
y sus vigilias hombre me formaron;
a ese ángel para mí tan santo
última fe de creencias que pasaron,
a ese ángel de bondad, ¡quien lo creyera!
olvido por tu amor...¡loca ramera!
Sé que tu amor no me dará placeres,
sé que burlas mis grandes sacrificios;
eres tú la más vil de las mujeres;
conozco tu maldad, tus artificios;
pero, te amo, mujer, te amo como eres;
amo tu perversión, amo tus vicios,
y aunque maldigo el fuego en que me inflamo
mientras más vil te encuentro más te amo.
Quiero besar tu planta a cada instante,
morir contigo de placer beodo;
porque es tuya mi mente delirante,
y tuyo es ¡ay! mi corazón de lodo.
Hoy me siento por tí capaz de todo;
por tí será mi corazón do imperas,
virtuoso, criminal, lo que tú quieras.
Yo me siento con fuerza muy sobrada,
y hasta un niño me vence sin empeño.
¿Soy águila que durme encadenada
o vil gusano que titán me sueño?
Yo no sé si soy mucho o si soy nada;
si soy átomo, grande, o Dios pequeño;
pero gusano o Dios, débil o fuerte
solo sé que soy tuyo hasta la muerte.
No me importa lo que eres, lo que has sido
porque en vez de razón para juzgarte,
yo solo tengo de ternura henchido
gigante corazón para adorarte.
Seré tu redención, seré tu olvido,
y de ese fango vil vendré a sacarte;
que si los vicios en tu ser se imprimen
mi pasión es más grande que tu crimen.
Es tu amor nada más lo que ambiciono;
de tu voz con el eco me emociono,
con tu imagen soñando me desvelo,
y por darte la dicha que yo anhelo
si fuera rey, te regalara un trono,
si fuera Dios, te regalara un cielo,
y si Dios de ese Dios tan grande fuera,
me arrojara a tus plantas, vil ramera.
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