Yo ya he muerto mil veces y volveré a morir otras mil.
He muerto entre flores y cipreses, en mayo y en diciembre
y en el mes de abril, bajo un árbol, en la húmeda arena, bajo el rayo del sol, y sin gloria ni pena.
Pero, habré de volver entre flores, entre prados multicolores.
Volveré como un ave, quizá como un pez, como una rana
o un ciervo, quizá un ciempiés.
Y aunque así retorne tan adolorido a un mundo de
penas, nunca redimido,
Temblaré mi flecha, clamaré al cielo
y haré que se renueve mi anhelo
de matar la maldad y el encono,
de olvidar la malicia, el odio y el celo
y alabar a Dios en su Gloria.
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